viernes, abril 14, 2006


Ayer iba en la micro, transantiago, vuelta a casa. Iba escuchando música. Eran como las 19:00 y me retumbaba la cabeza del dolor. Me puse a mirar alrededor mío. La micro iba semillena. Gente muy diversa a mi alrededor, todos con caras largas. Qué podía hacer frente a eso..nada en realidad, pero me animé a ver lo mejor de cada uno de ellos, para ver el mundo mejor de lo que está. No se si es conformismo, pero creo que di un giro positivo a ese nefasto viaje en micro en medio de Bandera.

Frente a mi, parado iban dos gallos de la construcción, mal olientes, pero bien peinados, como si fuesen a un casorio o bautizo. En sus rostros se denotaba mucho cansancio, eran compañeros al parecer. Sólo balbusearon un par de palabras y cada uno quedó en silencio. ¿Qué positivo podía ver de ellos? El mas gordito llevaba unos zapatos café con leche recién compadros, impecables, hermosos, bien cuidados. Miré sus pies y me sentí contento de ver eso. El flaco amigo de él, a su vez llevaba una chaqueta azúl con unos ribetes de un color que no recuerdo, pero que encajaban bien. Se veía bien abrigado, sin frío. Eso también me gustó, pucha pensaba, por lo menos, no se refriará y tendrá calor suficiente para llegar a su hogar.

Y así, vi a varios estudiantes desleñados, señoras menopáusicas, jóvenes con cara de estudiosos (o nerds), gallos flaites, mujeres cansadas, pero cada uno de ellos tenía algo que ayudaba a ver cosas positivas: sonrisa agradable, postura chistosa, buenos peinados, gestos, una blusa hermosa, etc, etc.

Creo que mi viaje duró como media hora, parado, pero al momento de bajar de la micro, mi cabeza ya no me dolía. Sentí que dentro de esa micro iba gente igual que yo, lleno de problemas y dificultades para seguir adelante, pero que dentro de ellos uno puede ver siempre el lado bueno, el lado positivo de las cosas.

Creo que ver ese lado fue el remedio perfecto para mi dolor de cabeza.